La odisea de un proyecto de traducción - En alta mar
Por fin hemos zarpado y nos encontramos en alta mar. Esta parte del viaje suele ser la más larga y no exenta de peligros.
En primer lugar, tenemos que asegurarnos de que tenemos a punto todo lo necesario: hemos creado el proyecto, tenemos la guía de estilo, las referencias, las memorias de traducción, la terminología... Llega el momento de usarlas.
Una parte que no se ve de una traducción es la investigación. Hay que buscar todos los conceptos que no se entiendan, los nombres de organizaciones internacionales, si la empresa tiene una página web ya traducida, puede que haya algunos nombres de productos ya traducidos... El internet es un recurso muy valioso y hay que saber usarlo, saber dónde buscar y, en caso de que no se encuentre nada, hay que saber dónde preguntar. Podemos preguntar o bien en foros específicos del tema que estemos traduciendo (por ejemplo, si es una traducción legal, podemos ir a foros sobre abogacía), o bien preguntar a personas cualificadas (alguien que trabaje en un bufete). También podemos preguntar al cliente si es algo muy específico, o proponer varias ideas para que el cliente elija la que más le convenga.
Pero no hay que olvidar que un barco no se lleva solo. Cuando estamos en alta mar, es bueno pedir ayuda. A veces, el cliente ya tiene la respuesta y simplemente se le ha olvidado dárnosla o no creía que fuera importante. Es mejor preguntar varias veces que no preguntar y que el cliente no quede satisfecho con nuestra traducción. En algunos casos, incluso se puede organizar una visita a una fábrica o empresa para ver qué máquinas se usan y cómo. Es mucho más fácil traducir algo si sabes qué es, en vez de intentar imaginarlo.
Cuando ya hemos resuelto todas las dudas y hemos traducido el texto, pasamos a la fase de revisión. Personalmente y si el texto y el tiempo lo permiten, me gusta hacer dos revisiones. La primera es una revisión comparando el texto origen con el texto meta para comprobar que no he olvidado nada o que no se ha cambiado el sentido del texto. La segunda revisión es monolingüe, es decir, solo leo el texto meta, normalmente en voz alta, y compruebo si «suena a español», ya que a veces nos pegamos demasiado a la traducción y las soluciones más idiomáticas no resaltan tanto. Para esta segunda revisión, lo mejor es dejar reposar el texto, en el mejor de los casos durante 1 o 2 días, ya que así se ven muchas cosas más que si se corrige el texto justo después de traducirlo.
Ya casi estamos, ya podemos gritar «¡tierra a la vista!». Solo quedan los últimos retoques, como la maquetación, en caso necesario, o últimos detalles como el número de página, imágenes... El texto que entreguemos al cliente tiene que estar «limpio», con el formato lo más parecido al texto meta.
Finalmente estamos entrando en el puerto. Pero esto no acaba aquí, todavía queda mucho camino por recorrer. ¡Ojo avizor!
Para llegar a puerto, sigue leyendo aquí.