La odisea de un proyecto de traducción - Subiendo a bordo
Lo primero de todo, imprescindible, es que el cliente y la traductora se encuentren. Esto puede pasar de infinitas maneras, tanta analógicas como digitales. De forma analógica, por ejemplo, se pueden encontrar a través de recomendaciones o el boca a boca, de hablar con gente en congresos, de amigos o familiares... Pero muchas veces este encuentro sucede digitalmente, por ejemplo, a través de la página web, a través de páginas específicas de traducción o de empleo, como LinkedIn o ProZ, o incluso a través de redes sociales. De una forma más activa, la traductora puede buscar activamente y enviar currículos a empresas, poniendo anuncios en google o en redes sociales o cuando una empresa escribe un anuncio con un proyecto concreto.
Sea como fuere, el encuentro se ha producido: un cliente o una empresa ha encontrado a un profesional de la traducción, o viceversa. El siguiente paso sería mandar el o los documentos que se quieren traducir, además de otros documentos que pueden ser relevantes para el proyecto. Si el cliente ya tiene varios proyectos de traducción a sus espaldas, es probable que tenga memorias de traducción, terminología específica o guías de estilo. Esto ayudará a la traductora a estimar la cantidad de trabajo.
Es el momento de que la traductora haga el presupuesto. En él se debe incluir el precio por palabra, por hora trabajada o por por proyecto, la fecha de entrega y el formato de entrega, si es en Word, PDF, impreso... También se debe indicar si se entregarán «extras», como las memorias de traducción o terminología. Algo muy importante, que a veces se puede olvidar, es indicar hasta cuándo podemos esperar para poder mantener la fecha de entrega indicada. Es decir, si estimamos unos 3 días laborables, se debe indicar que esos tres días son a partir de la confirmación por parte del cliente y no a partir del presupuesto. O, si por ejemplo el cliente escribe una semana más tarde y tenemos otros proyectos, es probable que no podamos cumplir con el plazo.
A continuación, el cliente debe decidir si aceptar el presupuesto y el plazo. Imaginemos que lo acepta. Perfecto, podemos soltar amarras, pero nos queda un poquito para zarpar. La mayoría de proyectos se hacen con herramientas TAO, así que el último paso sería crear el proyecto en la herramienta TAO que corresponda. Aquí debemos incluir la terminología del cliente y las memorias de traducción, en caso de que hayan sido proporcionadas.
¡Ahora sí, zarpamos!
Continúa la odisea aquí.