Mi vida como autónoma
Hay muchas maneras de trabajar como autónoma, así que hablaré mayormente desde mi perspectiva. Sí, como autónoma puedes decidir muchas cosas: tus horarios, tu lugar de trabajo, cuánto trabajas cada día... En fin, parece que eres libre. Pero (siempre hay un pero) hay muchas cosas que no puedes elegir, como la cantidad de trabajo (pagado) que tendrás. Tampoco puedes elegir cuándo te llegará el trabajo, ni cuánto cobrarás al mes, con algunas empresas, tampoco decides cuándo te van a pagar. Además, no hay que olvidar que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Tienes que saber cómo organizarte el tiempo, ser constante y no abandonar, ver tu trabajo como un negocio, como una empresa que hay que cuidar y alimentar.
Empecemos por los horarios de trabajo. Como persona autónoma puedes empezar y terminar a la que hora que consideres oportuna. Aun así, tener una rutina más o menos establecida ayuda mucho, como en cualquier otro trabajo. Es un trabajo más flexible, a veces trabajarás ocho horas, a veces más, a veces menos. En mi caso, me gusta despertarme con calma, desayunar y leer una media hora antes de empezar con el trabajo, lo que me relaja y motiva para empezar el día. Suelo empezar sobre las 9, hago una pausa sobre las 12 para hacer deporte, luego como sobre las dos y trabajo normalmente hasta las 8 de la tarde. Como tengo algunas empresas con sede en Estados Unidos y en otros países con otras franjas horarias, prefiero hacer una pausa más larga al mediodía, donde sé que no hay demasiados correos, y terminar un poco más tarde para contestar los últimos correos.
Eso son muchas horas, pero no estoy todo ese tiempo traduciendo o revisando textos, no todo el trabajo está pagado, y creo que esta es una de las principales diferencias entre una persona autónoma y una empleada. Una empleada cobra por las horas que trabaja (al menos en teoría), mientras que una autónoma puede trabajar muchas horas y no recibir dinero a cambio, por ejemplo, cuando se buscan nuevos clientes, se hace marketing, se escriben facturas, se revisa la contabilidad... Todas estas cosas son necesarias y llevan su tiempo, por lo que las tarifas deberían tenerlo en cuenta. También doy clases particulares de español y algunos días voy a una oficina a ayudar a una agencia de traducción, así que al final mi día es bastante variado. Con todo, hay que ser muy constante y darse a conocer todas las semanas, porque el trabajo puede tardar en llegar.
Como autónoma, eres tu propia jefa. Eso puede sonar bien en un principio, pero también tengo que ser estricta conmigo misma y no relajarme demasiado. Como he dicho, hay que ser muy constante para que todo el esfuerzo dé sus frutos. Es cierto que puedo descansar unos días si lo necesito sin tener que pedirme días libres, pero tengo que ser consciente de que luego tengo que continuar donde me había quedado y no olvidarme de las tareas más importantes, aunque a veces no me gusten demasiado.
Una de las cosas más difíciles para mí es realmente la frustración que se puede llegar a sentir como autónoma. Cuando estamos empezando, mucha gente nos aconseja no frustrarnos si nos rechazan un proyecto. Tengo que reconocer que al principio dolía más, pero con el tiempo me fui dando cuenta de que no depende de mí, a veces el cliente busca gente con otras características o con tarifas más bajas, y, aunque cuesta, ya no me lo tomo de manera tan personal como al principio. Lo que nadie dijo era la frustración que se siente cuando no te responden, cuando mandas un presupuesto a un cliente que ya te ha contactado, esperas y... nada. Después de unos días vuelves a contactar con el cliente preguntando si está interesado o si tiene dudas sobre el presupuesto y... nada.
Para mí, todos estos aspectos son dos caras de la misma moneda. Algunas cosas se disfrutan más que otras, pero todas son importantes por igual. Lo importante es encontrar el equilibrio.
Con todo, creo que el trabajo autónomo no es para todo el mundo. Hay gente que prefiere poder desconectar completamente cuando sale del trabajo, o que prefiere que alguien le diga exactamente qué debe hacer. En mi caso particular, creo que tomé la decisión correcta y la que más se adaptaba a mí, con sus más y sus menos.